martes, 17 de abril de 2012

Amor infinito?...




Ella dijo: ¡hola!, el respondió ¿cómo estas?, y desde entonces  no dejaron de hablarse ni un solo día.
Tanto así  que cada uno era una parte plasmada en el cuerpo de otro, como un pequeño cristal incrustado en un dedo, era imposible no sentirse.
Pasaron 8 quizás 9 meses y era grande el deseo del uno por el otro que por sus mentes llegó a pasar el unir sus vidas para siempre, bajo la bendición de Dios, como lo aconsejaban los padres de cada uno de los amantes.
Uno de aquellos días, Pablo le propuso a Donna un pacto de amor, que jamás pudiera ser disuelto, par garantizar que,  jamás se acabara el sentimiento que concebían inmortal.
Era sábado en la tarde, ambos se tomaron de las manos, subieron a lo alto de un puente que atravesaba una de las principales avenidas de la ciudad, juntaron sus labios, se abrazaron, cerraron sus ojos y se dejaron caer sobre el  cálido pavimento que dieciocho metros hacía abajo los estaba esperando.

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