martes, 5 de junio de 2012

Bajos instintos



Cuando Miguel tomó la decisión  de hurtar aquel ostentoso vehículo que brillaba ante sus ojos, una motocicleta último modelo nunca imaginó lo que iba a sucederle.
Era una tarde calurosa de martes alrededor de las 2:15 pm, cuando vio pasar aquel espectáculo ante sus ojos, de repente se detuvo en frente suyo, era negra y alta,  potente y poderosa,   brillaba cual reluciente piel acabada de bañar, y lo mejor de todo: su dueño había olvidado las llaves dejándolas pegadas del suiche.
Sin embargo, el pudor y la remembranza  de los consejos dados por su padres durante su niñez le hizo dudar de cometer aquel delito, pudor que no duró mas de sesenta segundos, y sin darle mas largas al asunto, miró hacia los alrededores para percatarse que nadie lo observara; alcanzó a ver a unas cuadras un par de ancianos sentados en la acera tomando el sol que relucía en lo alto, no parecían entender nada de lo que sucedía ahí afuera. Así que con la tranquilidad de  un joven cualquiera, dueño de una motocicleta, se dirigió hacia esta, se montó, se puso el casco que, a propósito, también lo había olvidado el descuidado dueño sobre uno de los espejos retrovisores, giró la llave, encendió el motor  y mirando hacia atrás notó que nadie se había dado por enterado, entonces, arrancó.
Una gran tranquilidad invadió su ser y continuó dichoso su camino, no sabía a donde se dirigía, ni que uso le daría a su nueva adquisición; sólo quería disfrutar esa adrenalina que estaba sintiendo de ese sabor a triunfo que recorría su cuerpo.
Así anduvo durante dos hora aproximadamente, de repente cayó en la cuenta, era muy probable que el dueño del vehículo ya se hubiera dirigido a las autoridades a reportar el hurto, así que,  Miguel decidió dirigirse a casa de un amigo suyo  para pedirle por favor le permitiera guardar la moto en el garaje de su casa.
Cuando le faltaban  cuatro kilómetros para llegar a su destino, se encontró con un retén de la policía, de repente el mundo de Miguel se tornó obscuro y un sudor helado recorrió su espalda.
No pudo pensar que hacer, su única reacción fue continuar conduciendo, más  los agentes le hicieron señas para que se detuviera. Pensó en acelerar y escapar, pero  definitivamente no tenía opción, así que se detuvo.
Buenas tardes caballero, ¿Cómo está?- fue el saludo de uno de los policías que le abordó- saludo al cual Miguel respondió tratando de mantener la calma y dominar su agitada respiración, sentía que todo el cuerpo le temblaba. – Queremos pedirle un favor, continuó hablando el agente de policía, ¿podemos tomarle una foto a usted y su motocicleta?, es para el informe del día- . Miguel no sabía que decir, se sintió algo afortunado de no tener que mostrar los documentos del vehículo, que por supuesto no tenía en su poder y cedió  a la petición de los agentes, no podía negarse, no tenía mas opción. Así que posó delante de la cámara, sonrió descaradamente, exhibiéndose con el despampanante modelo y se despidió, aunque siempre con el temor latente de ser descubierto y atrapado.
Miguel siguió su camino, sin tan solo imaginar que dos días después, la foto para la que había posado aquel día, estaría exhibida en cuanto  lugar del pueblo existiera,  además de los pueblos aledaños.
El afiche que contenía la foto decía:
SE BUSCA
DELINCUENTE PELIGROSO
LADRÓN DEL VEHÍCULO  CON EL QUE APARECE
RECOMPENSA: $20.000.000.

martes, 17 de abril de 2012

Amor infinito?...




Ella dijo: ¡hola!, el respondió ¿cómo estas?, y desde entonces  no dejaron de hablarse ni un solo día.
Tanto así  que cada uno era una parte plasmada en el cuerpo de otro, como un pequeño cristal incrustado en un dedo, era imposible no sentirse.
Pasaron 8 quizás 9 meses y era grande el deseo del uno por el otro que por sus mentes llegó a pasar el unir sus vidas para siempre, bajo la bendición de Dios, como lo aconsejaban los padres de cada uno de los amantes.
Uno de aquellos días, Pablo le propuso a Donna un pacto de amor, que jamás pudiera ser disuelto, par garantizar que,  jamás se acabara el sentimiento que concebían inmortal.
Era sábado en la tarde, ambos se tomaron de las manos, subieron a lo alto de un puente que atravesaba una de las principales avenidas de la ciudad, juntaron sus labios, se abrazaron, cerraron sus ojos y se dejaron caer sobre el  cálido pavimento que dieciocho metros hacía abajo los estaba esperando.

Latidos






A borbollones
Ansía el corazón

con sus dilatados
pálpitos atronadores
que interroga el abandono
del bisbiseo de la voz
esa que me ubica
 igual me desubica

lo aclamo
lo reclamo
lo amo

A quién?


sábado, 14 de abril de 2012

La nuit


Me desperté bajo el cielo de Paris, colmado de estrellas, navegando en un infinito manto azul muy oscuro. Apareció  entonces en mi habitación un chico alto de ojos azul profundo que me dijo: Mademoiselle: c'est votre vêtement, en bas il l'attende.

Merci, respondí sin entender que sucedía, presurosa me di un baño, seque mi cuerpo, me organice el cabello y puse sobre mi piel el encantador traje negro que aquel hombre había hecho llegar hasta mi habitación, calcé mis pies con unas zapatos de tacón y aplique “fou de passion” sobre mi cuello.
Esa noche no usé maquillaje, quería verme natural.
Había pasado ya una hora, pensé que era tiempo suficiente de espera para aquella persona que en el lobi del hotel estaba pendiente de mi llegada.
Así que Salí de la habitación, tomé el ascensor hacia el primer piso, cuando llegue pregunté en la recepción si alguien me había solicitado, la mujer encargada asintió con la cabeza y señaló hacia la derecha, allí un  hombre de cabellos muy negros y de espalda hacia mí podía verse sentado y sostenía en sus manos una copa de vino blanco.
Sin darle mas largas al asunto decidí aproximarme hasta él, le puse una de mis manos en su hombro derecho y le dije: Bon jour! pude ver como su cabeza giraba para voltear su rostro hacía mi,  justo en ese instante sentí la alarma de mi teléfono  celular  indicando  que ya era hora de levantarme para ir a clase.